lunes, 25 de febrero de 2013

Prólogo a las mil razones por las que no creo en dios

 
En la actualidad, existo con más de cincuenta años: hambrientos, sedientos y vitales, y considerándome ateo desde la adolescencia, puedo comprobar, sin que pueda hacer nada para evitarlo, que las religiones en general y en concreto: el cristianismo y el catolicismo, religiones que imperan en el lugar en el que vivo, con su influencia social, su permanente propaganda y su agresivo proselitismo, con la excusa de dar testimonio de la existencia de dios, agotan: el pan y el agua con el que se alimenta poco a poco la libertad de la sociedad, y veladamente, aunque me mantenga apartado de sus irradiaciones y mentiras, me van dejando sin aire para respirar.
 

Ayer estuve en la consulta médica y allí sentado, escuchando los remedios para mis males, de labios de la médica que lucía un crucifijo en su cuello, aunque sin duda está en el ejercicio de mostrar su creencia: me ofende. ¿Cómo puede uno confiar en el conocimiento científico de un creyente y cómo puede un médico hacer ostentación de su creencia si sabemos que cuando hay contradicción entre su moral religiosa y la ciencia y las posibilidades de la ciencia… se pondrá en conciencia del lado de la moral religiosa…? Y me asusta porque esas formas no son las propias de un servicio público que está soportado en el saber, y en el conocimiento. Y ¿alguien se imagina si al auscultarme el pecho la doctora se hubiera encontrado colgado un crucifijo partido en dos, como si lo hubiera roto, para demostrar y dar testimonio de mis creencias...?

Cuando tengo noticias de que algunas maestras de la escuela pública siguen trasmitiendo a los niños todas las retahílas de la iglesia Católica e incluso cuando conforman sus vacaciones de acuerdo con las festividades de la liturgia católica, me exacerbo nada más que de pensar que ya están preparando la sementera cuyo fruto recogerá durante al menos una generación más, porque siguen sembrando: sus mentiras y sus fábulas, en las mentes más limpias: en las conciencias de los niños.

En esta obra en la que expongo las primeras mil razones por las que dejé de ser cristiano católico, por las que dejé de creer en cualquier dios, razones que de paso me han dejado inmunizado para ser creyente de cualquier otra religión que me quisiera captar con sus arengas, ando por las diferentes etapas de mi vida recordando cómo me iba afectando la religión en cada momento y cómo la fueron inyectando en el centro de mi percepción y de mis sentimientos, aunque todavía pueda contar que mi razón opuso resistencia. Ahora con mis razones no solo me defiendo si no que también trato de propagarlas.

Alguna de estas razones, por sí sola, puede ser razón suficiente para abandonar cualquier secta religiosa. Todas están redactadas recorriendo la experiencia vital por las que dejé de ser cristiano desde una visión en la que se puede percibir esa idea que desconocemos de la iglesia católica y de su práctica social. Todas estas razones las redacto como una provocación a la que me veo obligado para que me dejen de tratar como si fuera un tonto sin sentimientos ni entendederas, un estúpido que atenta contra las leyes básicas de la naturaleza. También: para que los propagadores e inductores, con estas razones, queden señalados como lo que son: unos embusteros que desde los púlpitos y sin sonrojarse, tratan de hacer verdad las grandes mentiras que han repetido a lo largo de la historia y con las que han controlado el mundo.

Son todas, razones tan importantes, que he tratado que cada una de ellas no tenga más extensión que nueve líneas, puesto que entiendo pueden ser suficientes para que caiga por su peso, y que cada razón no exceda de cien palabras sencillas escritas de seguido y presentadas sin necesidad de consultar en ningún sitio, como si fuera un catecismo a favor de la desaparición de las religiones y las preces del funeral de dios. Están expuestas de manera tan escueta y sencilla para que nadie pueda decir que son razones enrevesadas y de difícil entretenimiento, razones para  las que no hay que dar más explicaciones que las trascritas y con las que de ninguna manera se pretende despistar y aturdir al lector y en todo caso llevarlo al precipicio en el que pensar.

A esta edad, tengo el convencimiento de que las religiones en general son las piedras angulares que han impedido a lo largo de los siglos que la humanidad avance a estadios de más humanidad y también creo: que si en algo ha mejorado la humanidad en este tiempo, que sin duda ha mejorado, ha sido a pesar de ellas y sin querer hacer de pájaro de mal agüero creo que tratarán de hacer todo lo posible por seguir mintiendo y manipulando a las gentes buscando siempre la sombra del poder político que más les convenga.

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